Radio Puntual FM Riobamba

Perspectiva de la transición energética: 2025 en adelante                                                                  

El panorama energético global está experimentando una transformación profunda impulsada por la necesidad de enfrentar el cambio climático, mejorar la seguridad energética y satisfacer la creciente demanda. A partir de 2025, la transición energética se acelerará, influenciada por avances tecnológicos, intervenciones políticas y dinámicas de mercado. A continuación, se presenta una perspectiva detallada sobre las tendencias y desafíos clave.

Cambio hacia Energías Renovables. Especialmente solar y eólica, dominarán las nuevas inversiones energéticas. Para 2030, la energía solar representará casi la mitad de las nuevas capacidades energéticas globales debido a la disminución de costos y al aumento de la eficiencia de la tecnología fotovoltaica. Los parques eólicos en alta mar ganarán protagonismo gracias a avances en la tecnología de turbinas y políticas favorables. La hidroelectricidad y geotérmica continuarán desempeñando un papel básico en regiones con potencial natural.

Los sistemas de almacenamiento de energía, particularmente las baterías de iones de litio y tecnologías emergentes como las baterías de estado sólido, jugarán un papel crucial en equilibrar fuentes renovables intermitentes.  Para ello se espera una reducción del 20 al 30%  en los costos de baterías para 2030, lo que permitirá una adopción masiva. También habrá una penetración significativa de las redes inteligentes y la digitalización que mejorarán la resiliencia y la integración de recursos energéticos distribuidos.

El hidrógeno verde, producido con energía renovable, se convertirá en una piedra angular de la transición energética en las aplicaciones industriales para la descarbonización de sectores difíciles como el acero, químicos y cemento. Además, directamente o como amoniaco y metanol verde en transporte impulsará vehículos pesados, barcos y potencialmente la aviación. Para ello el Medio Oriente, Australia y Chile emergen como grandes exportadores de hidrógeno verde o sus derivados, Ecuador tiene oportunidad de participar en este mercado.

La descentralización y modelos de Prosumer se multiplican con recursos energéticos distribuidos (DER) como energía solar en tejados y balcones; microrredes y sistemas energéticos comunitarios. Los consumidores generarán, almacenarán y venderán energía a la red, apoyados por tecnologías como blockchain e inteligencia artificial.

La Captura, Utilización y Almacenamiento de Carbono (CCUS) donde las tecnologías de CCUS ganarán tracción, especialmente en industrias donde las emisiones son inevitables con expansión de centros de almacenamiento de carbono y la reutilización del CO2 en producción de biocombustibles, químicos, materiales de construcción y productos químicos.

La electrificación del transporte y la industria donde los VE podrían representar más del 50% de las ventas de autos nuevos a nivel mundial, impulsados por la disminución de precios de baterías y normativas de emisiones más estrictas e industrias electrificadas con sectores como la manufactura adoptarán soluciones eléctricas como bombas de calor y tecnologías de inducción para reducir emisiones.

Los gobiernos jugarán un papel fundamental dando apoyo político y regulatorio para impulsar la transición con subsidios e incentivos con apoyo financiero continuo para renovables, almacenamiento de energía y adopción de vehículos eléctricos. Complementariamente, habrá una expansión de esquemas de comercio de carbono para incentivar tecnologías de bajas emisiones para lograr el compromiso de cero netos.

A pesar del progreso significativo, persisten varios desafíos como problemas de intermitencia, requiriendo gestión de la variabilidad de las energías renovables. También encontramos limitaciones en la cadena de suministro de minerales críticos (como cobre, litio y cobalto) para baterías e infraestructura renovable. También es necesario reducir las desigualdades económicas para garantizar el acceso equitativo a la energía en regiones en desarrollo y se tiene retos sociopolíticos en regiones dependientes de combustibles fósiles.

Aunque la transición se acelera, los combustibles fósiles seguirán desempeñando un papel importante con el gas natural como un “combustible de transición“, aunque su papel disminuirá después de 2030 a medida que las renovables se consoliden. El petróleo, cuya demanda alcanzará su pico a finales de la década, seguirá siendo crítico para petroquímicos, aviación, asfalto e impermeabilización.  El uso del carbón disminuirá significativamente, excepto en algunas economías emergentes.

Sin duda, la innovación tecnológica será clave en la transición energética, donde la IA y IoT: permitirán la optimización del uso de energía, mantenimiento predictivo y gestión de redes. Utilizando materiales avanzados que mejoran la eficiencia y vida útil de paneles solares, turbinas eólicas y baterías. Pequeñas centrales de fisión pronto estarán en el mercado y la energía de fusión ya aparece en el horizonte a largo plazo como fuente de energía limpia e ilimitada, aunque su despliegue comercial aún está posiblemente a décadas de distancia.

Se dará una significativa creación de empleos en el sector de energías renovables, compensando aquellas pérdidas en industrias de combustibles fósiles. Esto permite ampliar el acceso a energía limpia en regiones desatendidas que impulsará el desarrollo social y económico local. Esto estará complementado por una creciente demanda social por prácticas sostenibles que moldeará estrategias corporativas y comportamientos de los consumidores. Persisten desafíos, pero el camino hacia un futuro energético más limpio y sostenible es cada vez más claro donde la colaboración tripartita entre gobiernos, sector productivo y sociedades será esencial para alcanzar los objetivos de cero emisiones netas y garantizar una transición justa e inclusiva para todos.